UN TAQUITO UNA SONRISA
En la pandemia, los papás de algunos compañeros de la sección y del grupo se quedaron sin trabajo, decidimos, Emmanuel Rincón, Antonio Acosta, Valentina Seelbach y yo (Valeria Ramírez), limpiar closets para sacar lo que ya no usábamos, venderlo para apoyar en la casa, y vimos que había personas que necesitaban más estas cosas para ayudarse a salir adelante
La idea original del equipo era hacer colecta de ropa para niños, niñas y bebés, pero con el paso del tiempo nos dimos cuenta de que necesitaban útiles escolares, así que decidimos ampliar los objetos a donación para aumentar a la población beneficiada. Además de que se propició a un consumo responsable por parte de los donadores ya que algunos mencionaron ‘lo tengo y no lo uso, mejor lo dono’.
El comedor atiende cerca de 200 niños y jóvenes desde los 5 y hasta los 15 años, diariamente; aportando alimentación y educación a ellos, por lo que el proyecto ayudó a estos niños y jóvenes en su alimentación y educación.
La mayor lección que nos dejó UN TAQUITO UNA SONRISA fue que cuando se pide ayuda a nuestros conocidos para la gente de bajos recursos, siempre tienen algo con que apoyar además de crear y reforzar conciencia de un consumo responsable. La segunda gran lección fue que personas coincidimos en que la educación es una herramienta fundamental para combatir la pobreza y que todos tenemos derecho a una buena educación