En la vida diaria de la actualidad, estamos inmersos en un mundo de rapidez e indiferencia en donde por la magnitud de nuestros propios problemas, no notamos que hay otras personas alrededor de nosotros. De esto surgen accidentes automovilísticos (por impaciencia e imprudencia), enfrentamientos entre ciudadanos (peatones que caminan de prisa enfrentándose a quienes van más lento), prisas en las filas de servicios (bancos, supermercados, etc.) donde por desesperación se han dado situaciones de alto estrés. El estrés puede proceder de tres fuentes básicas: El cuerpo, el entorno y los pensamientos. Y es sobre esta última en donde se propone influir al colocar carteles o mantas con frases de pensamientos positivos y encaminados a una conciencia más armónica. Para sustentar la influencia de las palabras en nuestras vidas, la programación neurolingüística (PNL) sostiene que existe una conexión entre los procesos neurológicos («neuro»), el lenguaje («lingüística»), y los patrones de comportamiento aprendidos a través de la experiencia («programación»), afirmando que estos se pueden cambiar para lograr objetivos específicos en la vida. Es así entonces, que si la vivencia de una situación estresante, proviene de la programación del individuo, (ya que una situación de estrés puede vivirse positiva o negativamente) de la interpretación de un hecho, el colocar frases que nos ayudan a dar una nueva perspectiva, más positiva ante las situaciones cotidianas de la vida, logremos así contribuir a tener una sociedad más armoniosa, a construir un mundo mejor.